Sequía en Chihuahua deja sin agua sus presas

El estado enfrenta una severa crisis hídrica derivada de años de sequía, extracciones ilegales de agua y la presión por cumplir con el Tratado de Aguas de 1944 con Estados Unidos. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las diez principales presas del estado apenas alcanzan un 18.79% de su capacidad total, con un volumen conjunto de 719.15 hectómetros cúbicos, frente a los 3 mil 825.90 que pueden almacenar. Hace apenas tres años, estas presas estaban al 100% de su capacidad.
El monitoreo más reciente confirma que la disponibilidad de agua superficial sigue disminuyendo en la entidad, principalmente por la falta de lluvias y las altas temperaturas que aceleran la evaporación. La situación podría empeorar con la llegada del verano, mientras que presas clave como La Boquilla, Las Vírgenes, El Tintero y El Granero se encuentran en niveles críticos, algunas con menos del 10% de almacenamiento.
La presa La Boquilla, la más importante de Chihuahua, está en su nivel más bajo registrado, con solo el 14.8% de su capacidad (420.457 hectómetros cúbicos). Esta infraestructura es vital para el riego agrícola de municipios como Camargo, Jiménez y Delicias, además de abastecer a la población y permitir actividades como la pesca. Su deterioro amenaza directamente la producción agrícola y el suministro de agua potable en la región centro sur del estado.
La sequía en la entidad se ha intensificado de manera alarmante. En la última quincena, cinco municipios que presentaban sequía severa avanzaron a condiciones extremas (D3) y excepcionales (D4), colocando a todo el estado en una situación crítica. De acuerdo con el Monitor de Sequía de la Conagua del 18 de abril, 37 municipios están en sequía extrema y 30 en excepcional, sin pronóstico de lluvias que alivien la crisis.
Este fenómeno ha agravado la situación en la zona serrana, donde se ha registrado un aumento significativo en la cantidad e intensidad de incendios forestales, impulsados por la falta de humedad. Municipios como Bocoyna, Guazapares, Guerrero, Maguarichi, Moris, Ocampo, Guachochi, Madera y Guadalupe y Calvo presentan sequía excepcional, lo que favorece la propagación rápida del fuego y amenaza a las comunidades forestales.
En la región Centro Sur, con fuerte vocación agrícola, la falta de agua superficial ha obligado a cancelar el ciclo de riego, afectando a municipios como Meoqui, Delicias, Julimes y Camargo. Ante esta situación, se ha implementado un programa emergente de empleo temporal para mitigar el impacto económico. La presa La Boquilla, vital para la agricultura en la región, opera apenas al 14.6% de su capacidad.
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A nivel nacional, Chihuahua y Sonora son los estados más afectados por la sequía, seguidos por Sinaloa, Durango y Coahuila. En Chihuahua, el 67% del territorio presenta sequía extrema, el 31.6% excepcional y solo el 1.4% severa. Este deterioro se atribuye a un sistema anticiclónico persistente y al bajo contenido de vapor de agua, que han impedido la formación de lluvias y han elevado las temperaturas.
Agricultores del norte de México luchan contra la sequía en medio de disputa por agua con EEUU
Animales muertos cubren la llanura de Julimes, Chihuahua, testimonio visible de una sequía prolongada que azota al norte de México. El ganado muere, los pastos desaparecen y los agricultores enfrentan decisiones difíciles: resistir o abandonar sus tierras. Más del 64% del territorio mexicano sufre algún grado de sequía, pero los estados del norte, especialmente Chihuahua, padecen los niveles más extremos, donde la falta de agua amenaza con desarraigar a familias enteras de sus comunidades rurales.
En medio de esta crisis, México enfrenta presión internacional: el país ha incumplido con la entrega de agua estipulada en el Tratado de 1944 con Estados Unidos. El entonces presidente Donald Trump llegó a amenazar con aranceles y sanciones si no se reanudaba el flujo de agua hacia Texas, donde agricultores también han sufrido por la escasez. Las autoridades mexicanas aseguran que la sequía ha mermado su capacidad de cumplir con lo pactado.
En comunidades como el Valle de Zaragoza, la situación es crítica. Campesinos como Leopoldo Ochoa y Manuel Araiza relatan con resignación cómo han tenido que mover a su ganado de las montañas y evalúan abandonar los ranchos donde han vivido toda su vida. La presa La Boquilla, de la que depende la región, se encuentra al límite, dejando sin opciones a quienes han dedicado décadas al campo.
La angustia también se extiende a generaciones más jóvenes, que ya consideran inviable continuar con la actividad ganadera. Estreberto Sáenz Monje, de 57 años, cuenta que incluso sus hijos le sugieren vender los animales. “Yo decía: ‘el agua no se nos acaba’, pero se acabó”, lamenta. Mientras los gobiernos negocian, los agricultores enfrentan una disyuntiva más urgente: cómo sobrevivir sin agua ni futuro claro.
Fuente: El Heraldo de Chihuahua