Detenidas 10 mil toneladas de nuez en Chihuahua por posibles aranceles de EU

Ante la amenaza arancelaria de Trump, cerca de 10 mil toneladas de nuez —que representan el 12% de la producción estatal del año pasado y la única que queda— permanecen detenidas y almacenadas en cuartos fríos, a la espera de que avancen las negociaciones y puedan ofrecerse a un mejor precio. Según el Sistema Producto Nuez, el 75% del producto se exporta a Estados Unidos, y en este momento resulta incosteable promocionarlo localmente o incentivar su exportación a otros países.
La incertidumbre se cierne como una sombra gélida sobre los campos nogaleros de Chihuahua. La nuez, fruto de años de trabajo, yace ahora prisionera del hielo. No es el frío del invierno el que la retiene, sino un temor invisible que va más allá de la naturaleza misma: el miedo a una guerra comercial que amenaza con golpear a los productores en su corazón financiero.
El temor a los aranceles
La posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos imponga aranceles ha paralizado por completo la exportación de nuez. El mercado norteamericano representa la principal fuente de ingresos para los productores chihuahuenses; allí se consume el 75% de su cosecha. Sin embargo, la nuez no es un producto de primera necesidad, lo que genera una incertidumbre aún mayor.
“Es la incertidumbre lo que nos tiene detenidos”, confiesa Alejandro Licón, dirigente del Sistema Producto Nuez. “La nuez que no se exportó está congelada, esperando que la situación se normalice”.
La nuez chihuahuense es reconocida por su calidad en el extranjero. Su sabor y textura la convierten en un manjar que suele adornar mesas estadounidenses durante las festividades de otoño e invierno. Pero ahora, esas nueces están inmóviles, como soldados atrapados en trincheras, aguardando una tregua comercial que les permita salir al mercado.
Una producción que depende del exterior
De las 70 mil toneladas que se produjeron el año pasado en Chihuahua, el exrepresentante del Sistema Producto Nuez, Victor Loya estima que sea un 12% el que permanece en el limbo; es decir, alrededor de 10 mil toneladas sin poder llegar a su destino. Para los agricultores, esto no es solo un contratiempo comercial, sino una amenaza directa a sus finanzas.
“El problema es que en México la gente no conoce realmente la nuez”, explica Alejandro Licón, representante del Sistema Producto Nuez: “Aquí no existe una cultura de consumo como en Estados Unidos”.
Y es cierto: Mientras que en el país vecino cada persona consume en promedio un kilo de nuez por cada kilo producido, en México esa cifra se reduce drásticamente. Aquí, por cada tres kilos que se producen, apenas uno se consume.
“Lo ideal sería que toda la producción se quedara en el país, así no dependeríamos de aranceles ni de tensiones comerciales”, agrega Licón. Pero ese escenario parece lejano.
El dilema del consumo interno
Para fomentar el consumo de nuez en México se requiere inversión: campañas de publicidad, promoción en redes sociales, demostraciones culinarias, entre otras actividades. Sin embargo, los propios productores han mostrado reticencia a financiar este tipo de esfuerzos.
“Hace falta dinero, pero también voluntad”, afirma Licón. “Mire el aguacate, mire el limón… No son productos indispensables, pero ahora están en cada mesa mexicana. ¿Por qué no podría ser igual con la nuez?”.
La respuesta, según Licón, radica en la falta de interés entre los productores: “Muchos no quieren aportar para la promoción del producto”, lamenta. “Prefieren depender del mercado estadounidense”.
Paradójicamente, en México existen los consumidores potenciales para absorber la producción local. “Si cada uno de esos consumidores comprara dos kilos de nuez al año, se vendería toda la cosecha”, detalla Loya. Pero los obstáculos parecen mayores que la solución.
Un mercado en la cuerda floja
El huracán que azotó recientemente una de las principales zonas productoras de nuez en Estados Unidos provocó que el precio internacional del producto se elevara de 65 a 85 pesos por kilo. Esta alza podría ser una bendición para los productores chihuahuenses, pero sólo si logran vender su producto antes de que la incertidumbre se transforme en pérdidas irreparables.
Los cuartos fríos, diseñados para preservar la nuez en óptimas condiciones, no son una solución eterna. Los costos de almacenamiento crecen día a día, consumiendo las ganancias potenciales que los agricultores esperaban obtener.
La nuez: un producto clave en la economía de Chihuahua
La nuez es uno de los productos agrícolas más importantes en el estado de Chihuahua, destacando como uno de los principales cultivos en municipios como Jiménez, Delicias y Camargo. Este fruto, proveniente del nogal, es altamente valorado tanto por sus propiedades nutricionales como por su versatilidad en la industria alimentaria.
La nuez es rica en antioxidantes, grasas saludables y ácidos grasos omega-3, lo que la convierte en un alimento beneficioso para la salud cardiovascular y el bienestar general. Además, se utiliza en la elaboración de productos como repostería, aceites, salsas e incluso cosméticos.
En Chihuahua, la producción de nuez representa una fuente significativa de empleo y desarrollo económico, ya que el clima y las condiciones del suelo favorecen el cultivo del nogal. Este fruto, además de abastecer el mercado nacional, es exportado a diversos países, consolidando a Chihuahua como uno de los principales productores de nuez en México.

La nuez en el frío del destino: una estrategia entre la incertidumbre y la esperanza
La nuez duerme en el hielo. Afuera, el viento sopla sobre los campos áridos de Chihuahua, mientras cientos de toneladas de este fruto aguardan, inmóviles, en las entrañas metálicas de los cuartos fríos. El tiempo parece detenerse entre las paredes de acero, pero la incertidumbre hierve en la mente de los productores que apostaron por esta estrategia: congelar su cosecha y esperar el milagro de un buen precio.
Alejandro Licón, representante del Sistema Producto Nuez, es un hombre que ha visto a los productores jugarse el todo por el todo en cada temporada. Sabe que la tierra no perdona errores y que la economía, con su caprichosa danza de oferta y demanda, puede convertir una buena cosecha en una maldición.
“Congelar la nuez es como poner el destino en pausa”, dice Licón. Esta técnica, que lleva una década utilizándose, permite que la nuez se conserve en su máxima calidad mientras el mercado se acomoda. En años anteriores, la estrategia había sido esperar a que el precio subiera. Este año, sin embargo, la sombra de los aranceles que Estados Unidos podría imponer sobre la nuez mexicana ha cambiado el panorama.
“El productor ya no espera solo un buen precio”, explica Licón. Ahora se protege del miedo, de la incertidumbre que trae consigo una economía que pende de hilos políticos.
El precio del frío
Congelar la nuez no es un proceso gratuito. Cada tonelada almacenada en un cuarto frío cuesta alrededor de 700 pesos. Para que el fruto conserve su calidad durante cuatro meses, se necesita una temperatura de -10 °C, pero si se desea extender su vida hasta seis meses o más, se requiere que el termómetro descienda a -15 °C.
En el estado, solo unas pocas ciudades cuentan con esta infraestructura: Jiménez, Chihuahua, Delicias y Cuauhtémoc. En esta última, los cuartos fríos se destinan principalmente para conservar la manzana, por lo que el espacio para almacenar nuez es aún más limitado.
“El año pasado muchos productores congelaron su nuez y les fue muy bien”, recuerda Licón. “El precio estaba en 65 pesos por kilo, pero luego se abrió una ventana de apenas diez días en la que el precio se disparó hasta los 95 o incluso 105 pesos por kilo. Quienes habían esperado en el frío lograron vender su producto como si hubieran apostado al número ganador de la ruleta”.
Sin embargo, el azar no siempre es generoso. Congelar la nuez es un juego peligroso, un volado que puede salir mal. Si el mercado no responde, los productores se ven obligados a vender al precio original e incluso a absorber los costos adicionales del almacenamiento.
El dilema del pequeño productor
Los grandes productores, con su músculo financiero, son quienes dominan esta estrategia. Ellos pueden permitirse congelar la nuez y esperar sin la urgencia de pagar salarios, impuestos o insumos. En cambio, los pequeños productores —aquellos que trabajan la tierra con las manos endurecidas por el sol y el viento— no tienen ese margen de maniobra. Para ellos, vender de inmediato es la única forma de mantener a flote sus finanzas.
“Hay quienes prefieren vender la nuez en cuanto está lista”, comenta Licón. “No porque no crean en la congelación, sino porque el campo no da tregua: los gastos no esperan”.
El delicado equilibrio que permite que la nuez conserve su sabor y frescura depende de la temperatura. Si no se enfría por encima de los -10 °C, el aceite natural que se encuentra en su interior comienza a descomponerse. El sabor se vuelve rancio, la cáscara pierde su color y el fruto, que alguna vez fue un tesoro, se convierte en un desperdicio.
El riesgo y la esperanza
El campo es una paradoja: se siembra en la incertidumbre y se cosecha con fe. Congelar la nuez es un acto de valentía que desafía el tiempo y los vaivenes del mercado. Cada productor que decide guardar su cosecha en el frío del acero lo hace con la esperanza de que el precio suba, de que los aranceles no se impongan y de que, al final, el sacrificio haya valido la pena.
Pero en cada cuarto frío, en cada tonelada que duerme en la penumbra, se esconde también la angustia de no saber si el mercado será justo o si, como tantas veces, el destino habrá decidido que la tierra le pague al hombre con desdicha en lugar de riqueza.
“Congelar la nuez es como dejarla suspendida entre la vida y la muerte”, concluye Licón. “No sabemos si cuando la saquemos del frío estará lista para brillar en el mercado o si habrá envejecido en el silencio del hielo”.
En Chihuahua, donde la tierra ha enseñado que nada está garantizado, los productores siguen apostando su cosecha al frío del destino, porque en el campo, la esperanza siempre es más fuerte que el miedo.
El futuro congelado
En los hogares mexicanos, la nuez sigue siendo vista como un lujo, un ingrediente ocasional para postres o recetas especiales. Las nueces detenidas en los cuartos fríos parecen testigos mudos de una economía rural que camina sobre una cuerda floja. Mientras tanto, los productores miran al horizonte con la esperanza de que la política internacional no los condene al fracaso.
Esto no es solo cuestión de precios. Es cuestión de aprender a valorar el producto de la nuez. Si se logra que México adopte la nuez como parte de su dieta diaria, no se tendría que depender de nadie más.
Pero mientras eso ocurre, las montañas de costales seguirán allí, inertes en su prisión helada, esperando que el tiempo —o la diplomacia— les dé la libertad ser comercializada y rendir las ganancias que los productores esperan.