El INIFAP en la etnobiología

La etnobiología es el estudio de los grupos humanos con las especies y ecosistemas que usan, así como la forma en que el uso afecta tanto a las especies utilizadas como a los grupos humanos que las emplean. En el caso de las especies, los efectos del uso son patentes sobre todo en fenómenos ecológicos: abundancia, tamaño de sus poblaciones, distribución, estado de conservación. Además de esos efectos, relativamente visibles, el uso que humanos han dado a otros seres vivos ha tenido efectos sobre aspectos biológicos invisibles.
A medida que los seres humanos, consciente o inconscientemente, fueron seleccionando, preservando y reproduciendo plantas con frutos o semillas más grandes, o animales con temperamento más dócil, seleccionaron, preservaron y reprodujeron también los genes responsables de esas características; en consecuencia, los grupos humanos modificaron el genotipo de los organismos, los domesticaron, con la concomitante aparición de razas y variedades (Frantz et al., 2020; Kantar et al., 2017; Purugganan, 2022; Figura 1). De hecho, la domesticación es uno de los principales temas de interés para la etnobiología actualmente (Society of Ethnobiology, n.d.).
Figura 1. Consciente o inconscientemente, los agricultores han seleccionado y modificado los genotipos de las especies cultivadas al preservar y reproducir ciertas características como el color de los granos
Con respecto a los seres humanos, usar otros organismos en beneficio propio también ha sido ventajoso en términos ecológicos: seres humanos han podido colonizar prácticamente todos los ambientes terrestres del planeta y aun han podido salir de la Tierra. No obstante, usar a otros seres vivos tiene un efecto exclusivamente humano sobre los grupos que los emplean: el surgimiento de la cultura (White, 2022). Aunque es un concepto muy complejo ―quizá tan complejo como el de especie―, la cultura se podría definir como las creencias, lenguaje, valores, tradiciones, costumbres y trato mutuo que cierto grupo humano comparte (Naik et al., 2023). Pero ¿cómo usar otros seres vivos crea culturas?
Piénsese en estos ejemplos. Especies muy usadas o con una percepción favorable o desfavorable por parte de ciertos grupos humanos se incorporaron a los relatos de los orígenes de esos grupos. Los mayas creían que el maíz era la materia prima de la que estaban hechos (INPI, 2021) y que el jaguar era la personificación del dios sol (Pérez, 2009). La serpiente fue responsable de que Adán y Eva desobedecieran, con lo que perdieron el paraíso, y en consecuencia fue castigada con la pérdida de sus extremidades (Génesis 3, Figura 2). Los mexicanos creen que los mexicas creían que Huitzilopochtli, su dios principal, los instruyó a fundar México-Tenochtitlán en el lugar donde encontraran un águila real posada sobre un nopal y devorando a una serpiente, y esa leyenda es, hasta el día de hoy, símbolo de la mexicanidad y el Estado Mexicano.
Figura 2. Ochkan o boa (Boa constrictor Linnaeus, 1758) fotografiada en el Jardín Etnobiológico de Quintana Roo. Divinas, demoníacas, o meramente serpientes, estos reptiles son protagonistas en las cosmogonías de muchas culturas en diferentes regiones del planeta.
Las abejas nativas sin aguijón de la especie conocida científicamente como Melipona beecheii (Figura 3) eran llamadas por los mayas como Xunan kab, que significa señora abeja y refleja el gran valor que esta especie tenía para los mayas (Quezada-Euán, 2018). Más aún, los mayas tenían un dios, Ah muzen cab, patrono de estas abejas y de su miel (Ayala et al., 2013).
Figura 3. Abeja guardiana de Melipona beecheii (Bennett, 1831), especie muy valorada en la cultura maya. El Jardín Etnobiológico de Quintana Roo cuenta con un espacio en el que las colmenas de esta especie se crían al modo en que lo hacían los antiguos mayas: en troncos huecos llamados jobones.
Adicionalmente, el uso de ciertas especies, tal como ocurre hoy día, llegó a estar restringido a ciertas clases sociales y se volvió símbolo de ciertos estamentos. Entre los pueblos originarios prehispánicos, el consumo de chocolate era indicativo de riqueza y tal era su valor que las semillas de cacao, con las que se elaboraba, se utilizaban como moneda antes y después de la conquista (Cartwright, 2014; de la Fuente del Moral, 2024; Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, 2019; Figura 4). Así, el lector puede apreciar cómo los usos de las especies pueden constituir todo tipo de aspectos culturales: creencias, valores, palabras, rituales, vestimenta, y hasta establecimiento de clases sociales y economías.
Figura 4. Valorado desde tiempos ancestrales, el cacao (Theobroma cacao L.) sigue siendo relevante hoy día. El C. E. Huimanguillo cuenta con un banco de germoplasma de cacao que forma parte del Jardín Etnobiológico Tabasco.
México es uno de los países que más ha contribuido al avance de la etnobiología y de su marco teórico (Albuquerque et al., 2013; Pulido-Silva & Cuevas-Cardona, 2021; Toledo et al., 2019). Durante el desarrollo de la etnobiología mexicana, el Instituto de Investigaciones Forestales (INIF), que más tarde llegaría formar parte del INIFAP, fue una de las instituciones líderes de uno de los proyectos etnobiológicos más importantes del país: la Comisión para el Estudio Ecológico de las Dioscóreas (Pulido-Silva & Cuevas-Cardona, 2021). Dentro de esa comisión, uno de los alumnos más destacados de Efraím Hernández Xolocotzi ―quizá el etnobotánico (etnobiólogo especializado en plantas) más grande que México ha tenido― fue Javier Chavelas Polito (CONABIO, 2022), quien por muchos años fuera Jefe del Campo Experimental Forestal San Felipe Bacalar del INIF.
Dicen por ahí que uno siempre vuelve adonde fue feliz y como un alegre giro del destino, en la actualidad el Sitio Experimental San Felipe Bacalar del INIFAP es sede del Jardín Etnobiológico de Quintana Roo (Figura 5), uno de los 28 espacios de la Red Nacional de Jardines Etnobiológicos (RENAJEB) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT). Esta Red es única en el mundo y los jardines que la componen son espacios que buscan compilar, preservar, sistematizar, revalorizar y difundir el conocimiento y la cultura asociados con las especies empleadas por los mexicanos y mexicanas, especialmente los pertenecientes a grupos indígenas, en distintas partes del país. Dentro de la RENAJEB el INIFAP destaca como la única institución con dos jardines: el Jardín Etnobiológico de Quintana Roo, en el S. E. San Felipe Bacalar, y el Jardín Etnobiológico Tabasco, en el C. E. Huimanguillo.
Figura 5. Vista aérea de edificios del S. E. San Felipe Bacalar, sede del Jardín Etnobiológico de Quintana Roo
Hoy, el INIFAP tiene una oportunidad única para contribuir a la etnobiología. No sólo cuenta con dos jardines de la RENAJEB, posee el Centro Nacional de Recursos Genéticos, donde puede resguardar la variabilidad genética que los productores han seleccionado y preservado de las especies cultivadas más relevantes en México. El Instituto también tiene presencia nacional, lo que le permite documentar las especies empleadas a lo largo y ancho del país para todo tipo de usos dentro de los subsectores agrícola, pecuario y forestal.
El INIFAP existe para atender las demandas y necesidades de diferentes tipos de productores, muchos de los cuales son pequeños productores con recursos tecnológicos y económicos limitados que aún producen con técnicas y herramientas ancestrales. ¿No existe, entonces, el potencial de que conocimiento científico y ancestral se articulen para la generación o adaptación de conocimiento y soluciones tecnológicas innovadoras en beneficio de esos productores? A fin de cuentas, el INIFAP lleva un grano en el corazón de su logo, reflejo del uso simbólico de las especies.
INFORMACIÓN
Fernando Arellano Martín
Campo Experimental Chetumal INIFAP, kilómetro 4.85 Carretera Federal 307 (Chetumal – Cancún), Xul-Ha, Othón P. Blanco, Quintana Roo, México, C. P. 77963
María del Carmen Silverio Gómez
Campo Experimental Huimanguillo INIFAP, kilómetro 1 Carretera Huimanguillo – Cárdenas, Huimanguillo, Tabasco, México, C. P. 86400
Valeria López Domínguez
Egresada de la Universidad Popular de la Chontalpa, kilómetro 2 Carretera Cárdenas – Huimanguillo, Paso y Playa, Cárdenas, Tabasco, México, C. P. 86556
Pedro P. Rosado Guerrero
Jardín Etnobiológico de Quintana Roo, Sitio Experimental San Felipe Bacalar INIFAP, kilómetro 29 Carretera Federal 307 (Chetumal – Cancún), Bacalar, Quintana Roo, México, C. P. 77936
Literatura citada
Albuquerque, U. P., & Chaves Alves, A. G. (2016). What is ethnobiology. In U. P. Albuquerque & R. R. Nóbrega Alves (Eds.), Introduction to Ethnobiology (pp. 3–8). Springer.
Albuquerque, U. P., Soares Silva, J., Almeida Campos, J. L., Silva Sousa, R., Silva, T. C., & Nóbrega Alves, R. R. (2013). The current status of ethnobiological research in Latin America: gaps and perspectives. Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine, 9, 1–9.
Ayala, R., Gonzalez, V. H., & Engel, M. S. (2013). Mexican stingless bees (Hymenoptera: Apidae): diversity, distribution, and indigenous knowledge. In P. Vit, S. R. M. Pedro, & D. W. Roubik (Eds.), Pot-Honey: A legacy of stingless bees (pp. 135–152). Springer.
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Frantz, L. A. F., Bradley, D. G., Larson, G., & Orlando, L. (2020). Animal domestication in the era of ancient genomics. Nature Reviews Genetics, 21(8), 449–460. https://doi.org/10.1038/s41576-020-0225-0
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Kantar, M. B., Nashoba, A. R., Anderson, J. E., Blackman, B. K., & Rieseberg, L. H. (2017). The genetics and genomics of Plant Domestication. BioScience, 67(11), 971–982. https://doi.org/10.1093/biosci/bix114
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